A Esneda la conocí hace unos años, en un momento en el que la vida me estaba enseñando muchas cosas. Ella, tal vez si saberlo, es una mujer que marco mi camino de una manera especial.

La conocí en Guapi pero vive en Quiroga, una de las tantas veredas que rodean las riveras del río Guapi, en el corazón del Pacífico Colombiano. Una zona muy devastada por la violencia y con condiciones bastantes difíciles a nivel económico, social y político. Esneda hace parte de un grupo de mujeres guapireñas que buscando mejores condiciones de vida para ellas y sus familias conformaron un colectivo llamado Mujeres Tejedoras de Vida, que más adelante se convertiría en un lindo proyecto del Grupo de Emprendimiento Cultural del Ministerio de Cultura y el cual tuve la fortuna de coordinar por varios años.

Centrándome en Esneda y sus compañeras, en un principio ellas buscaban salvar a las tortugas marinas en su paso por el río Guapi hacia la isla Gorgona, ya que los problemas de contaminación del río son bastantes complejos. Ellas decidieron apostarle a la elaboración de artesanías con plástico reciclado para mitigar un poco el impacto de dicha problemática. A Esneda la recuerdo como una mujer luchadora por sacar a delante a el grupo de mujeres que he mencionado, soñadora y siempre dispuesta a brindar lo mejor de ella para que yo pudiera realizar, de la mejor manera, el trabajo que había llegado a hacer a su comunidad, es decir empoderarlas como mujeres artesanas para que sacaran adelante sus sueños.

Con Esneda aprendí y entendí lo mucho que hay por hacer para mejorar las condiciones de vida de tantas mujeres artesanas en #Colombia. Ellas son quienes tejen vida y paz en sus territorios. Gracias a este aprendizaje ¡hoy busco caminos para empoderarlas!